Apuntes en torno al éxito de Die Grünen

Tomando como punto de partida la nota “¿De dónde viene el éxito del partido verde alemán?” publicada por el sitio de periodismo político Cenital se me ocurrió oportuno complemetarla con una par de consideraciones sobre el fenómeno verde en Alemania. Recomiendo la lectura de la nota original más allá de que estos apuntes puedan ser leídos con independencia de ella.

He leído con mucho interés la nota “¿De dónde viene el éxito del partido verde alemán?” de Elizabeth Möhle (Cenital) y me pareció una muy buena aproximación a sus más de 40 años de historia. Tengo un especial afecto por el Partido Verde alemán, ya que su surgimiento en 1980 fue lo que me decidió a volcarme al activismo ecologista. Desde entonces, con sus éxitos y fracasos, Los Verdes alemanes son una referencia ineludible en el mundo de la ecología política y para mí en particular

Quiero hacer hincapié en sólo dos aspectos de la nota. No se trata de una polémica, tan solo quiero expresar dos aspectos complementarios. El primero de ellos se vincula con algo que se indica al inicio del artículo, cuando se sostiene que el movimiento ciudadano dio origen al partido verde al comprender que sus demandas “debían ocurrir a través de las instituciones democráticas”.

Esto es central para comprender el fenómeno. Die Grünen (Los Verdes) es un partido que juega dentro del sistema democrático institucional, con todo lo que eso implica. Parece trivial, pero es determinante, por eso es el primer punto que deseo poner de relieve.

Primera ronda de negociaciones entre Die Grünen y el FDP (liberales) luego de las elecciones de este año como primer paso para constituir una alianza de gobierno con el SPD (socialdemócratas), la coalición semáforo (rojo, verde y amarilla).

Este compromiso democrático es especialmente importante porque difiere de muchas corrientes que militan la ecología política y que no adhieren plenamente a lo que suele llamarse “democracia liberal” o “burguesa”; estas corrientes suelen estar muy influidas por las viejas ideas de la izquierda y son muy frecuentes en América Latina. Este aspecto es sustancial para todo aquel que ingresa en la arena política: ¿cuál es la praxis?, ¿cuál es método para lograr que los cambios ocurran dentro de la sociedad?

Más allá de la radicalidad de las ideas o la profundidad de los cambios que se propongan, lo determinante es si se considera o no a la democracia como el sistema dentro del que esa transformación debe ocurrir. En mi opinión, allí radica en buena medida la confianza social y la perdurabilidad del éxito del Partido Verde alemán.

Es muy importante que un partido que procura un giro sustantivo en la política y la economía, cuyas premisas perfectamente pueden ser catalogadas de “progresistas”, no caiga en la tentación de los atajos antidemocráticos que plantea el izquierdismo o los populismos. Ésta es una gran diferencia con algunas expresiones “verdes” que son complacientes con liderazgos populistas en nuestra región, que siempre terminan detonando la democracia o pervirtiéndola. Tal vez la cultura democrática alemana de la posguerra haya generado los suficientes anticuerpos para detectar y rechazar propuestas poco claras en este aspecto.

Se puede verificar en los programas del Partido Verde la constante referencia a la Basic Law of Germany (Constitución alemana) como pilar de la construcción de consensos, separación de poderes y democracia abierta. Esto permitió a Los Verdes ser un actor confiable y con fortaleza para encarar las más complejas negociaciones con los demás partidos políticos, con la comprensión de que ellos también son expresiones legítimas de la sociedad alemana, tanto como los conservadores de la CDU, los socialdemócratas del SPD, los liberales del FDP o la izquierda de Die Linke.

Cuando se adhiere cabalmente al sistema democrático no hay mesianismo ni aspiraciones de unanimidad, pecados tan presentes en el progresismo que se autopercibe moralmente superior al resto de la sociedad. En democracia debe haber humildad y tolerancia. También es necesario extremar la capacidad propia de convencer y persuadir.  

El Partido Verde es europeísta, con todo lo que eso significa. Esto implicó, por ejemplo, que siendo gobierno tuviera la amarga experiencia de tener que ser partícipes de la operación armada europea en Kosovo, hecho que muy bien relata la nota de Cenital. No es otra cosa que asumir cabalmente la responsabilidad de formar una coalición de gobierno y abandonar la cómoda posición testimonial.

Lo que trato de expresar es que el compromiso democrático del Partido Verde y su vocación de transformación social por esa vía los ha llevado a ser protagonistas de alianzas, exitosas o frustradas, y de una construcción de consensos que, en buena medida, catalizaron los cambios que se han producido en Alemania en el último medio siglo.

La transformación del capitalismo hacia un modelo productivo que pueda convivir con el planeta y su gente requiere de mucha más inteligencia y valentía que la que se pone en juego con meros discursos “anticapitalistas” y “anticorporativos”. Los verdes han desarrollado un diálogo con la industria alemana que, paso a paso, es hoy vanguardia en tecnologías verdes. Vale mencionar que Los Verdes gobiernan hace 10 años el Estado de Baden-Württemberg, región industrial por excelencia.

El segundo comentario que quiero hacer se vincula con la energía nuclear. En este caso voy a colocar un pequeño matiz respecto de la nota de Elizabeth Möhle.

Sobrevuela en el artículo una opinión muy repetida acerca de la transición energética alemana que sostiene que el abandono de la energía nuclear es un error que llevó a Alemania a volcarse más a los combustibles fósiles y a continuar su dependencia del carbón y el gas.

En primer lugar, quiero destacar que el cierre de las plantas nucleares en Alemania es producto de un consenso político que surge a comienzos del año 2000 y sólo tuvo una propuesta de modificación en el año 2010, cuando se quiso demorar el cronograma. El accidente de Fukushima en 2011 terminó con esa iniciativa, se ratificó el cronograma original y se mantuvo la fecha límite del 2022. La energiewende o transición energética alemana es sostenida plenamente por los principales partidos políticos.

La desnuclearización alemana ha sido una decisión de alto nivel y de un enorme compromiso, no fue sacada a los empujones. Para Alemania significaba no sólo “apagar” centrales nucleares, representaba cerrar una potente industria que, además, exportaba tecnología. Recordemos que, por ejemplo, Atucha I y II son alemanas. 

Coincido con las razones profundas por las que Alemania decidió cerrar la industria nuclear, pero no es ese el punto que quiero destacar aquí. Lo que me causa asombro es que seamos nosotros, que no podemos sostener un plan energético por quince días seguidos, los que nos pongamos a marcarle supuestas inconsistencias al programa energético alemán. 

La transición energética alemana no se ha visto alterada por la desnuclearización, en todo caso la ha hecho más difícil, pero es el camino que han elegido. Su objetivo de reducción de emisiones para 2020 era de un 40% respecto de los niveles de 1990, redujeron un 41%, algo más de lo establecido. La meta para 2030 es reducir las emisiones un 65% por debajo del nivel de 1990 y alcanzar la neutralidad para 2045, la más exigente de Europa. La desnuclearización no le ha impedido a Alemania sostener su liderazgo climático.

El crecimiento de las renovables ha sido meteórico y hoy cubre el 40% de la electricidad reemplazando la contribución nuclear y la del carbón. El gas hoy está al mismo nivel que hace diez años. El desacople entre el crecimiento del PBI y las emisiones ha sido notable, mientras el PBI creció un 50% desde 1990 el consumo energético primario cayó un 20%. Estos números nos permiten ver que la transición alemana viene cumpliendo sus objetivos, y las metas futuras no están en duda.

Quienes legítimamente sostienen que Argentina debe profundizar su dependencia de la energía nuclear no deberían recurrir a argumentos falaces sobre Alemania. Deberían profundizar y mejorar sus argumentos a favor de las plantas atómicas sin pretender poner en duda las decisiones que ha tomado otro país con un compromiso y una seriedad envidiables.

Estos son los dos comentarios que quería hacer, colocando algún matiz sobre la buena nota que publicó Cenital. Espero que sea de utilidad y ojalá despierte interés sobre este  desarrollo político tan particular.

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1 comentario

  • Hola Cali, se está articulando algún “partido verde” en Argentina? Cuál es la situación? Parece ser una condición importante para poder mover nuestra agenda de alguna forma.

    slds

    Carlos Gustavo Tanides 18 octubre, 2021

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