Energía hoy: Una compleja ecuación a resolver

El portal “Energía Estratégica” publicó esta semana una extensa entrevista que me realizaron en la que repaso algunos de los temas energéticos de coyuntura. Aprovecho para reproducirla y acompañarla con algunos gráficos que servirán para complementar mis respuestas. Me parece un debate que, dada la encrucijada en la que estamos, debe pensarse muy bien cada próximo paso a dar.

Cali

Misión a China: polémica por nucleares, hidroeléctricas y Vaca Muerta

Juan Carlos Villalonga, Diputado Nacional por Cambiemos, planteó en una entrevista para Energía Estratégica su visión sobre cómo debería diversificarse la matriz energética mientras los principales ministros de Gobierno se encuentran de visita en China buscando financiamiento para proyectos de energía.

 

Argentina construirá dos nuevas centrales de energía nuclear, una en Buenos Aires, otra en Río Negro… ¿Cuál es su posición?

Bueno, aquí vienen los dilemas. Porque nos encontramos con la necesidad de disponer de más energía, la penetración de las renovables es nada, porque hemos perdido de manera miserable los últimos 20 años, cuando el mundo se movió hacia las renovables, nosotros los perdimos completamente. Un buen ejemplo de lo que digo es Dinamarca y Alemania, el primero optó en los 70 por no incorporar nuclear y volcarse al desarrollo de las renovables, resultado, Dinamarca fue la cuna de la moderna tecnología eólica. Alemania, su vuelco a las renovables en los 90 permitió consolidar el phase out nuclear que se está cumpliendo.

No me parece adecuado avanzar con más plantas nucleares, es algo extremadamente caro, suma riesgos y un pasivo a futuro que me parece irresponsable dejar como legado. No compraría plantas nucleares. Sin embargo, lo que se hace cada vez más difícil es pensar en el cierre de las plantas existentes en el corto plazo ya que no contamos con ningún reemplazo. Acá es donde las ventanas de oportunidades se nos van cerrando en la medida que hemos ido tomando decisiones erróneas en materia energética o no hemos emprendido las acciones adecuadas a tiempo. Hoy nos encontramos eligiendo entre lo malo y lo peor, porque lo bueno, renovables, no lo hemos puesto a funcionar.

En los 90 en Comodoro Rivadavia acompañando el incipiente despertar de las renovables en Argentina de la mano del cooperativismo eléctrico. De esa campaña logramos la Ley Nacional 25.019 de apoyo a la energía eólica, la ley del “centavo”.

A mediados de los 90 encabecé una campaña para que se iniciase un plan para desarrollar 3000 MW eólicos para el 2010, de allí surgió luego la cifra del 8% que se adoptó en 2004 y se plasmó en la ley 26.190 (2006). Ese despegue de las renovables, en sincronía con el despegue global de esa industria, hubiera significado muchas cosas, una industria nacional y, por ejemplo, poder pensar para el 2020 o 2025 la eliminación de las nucleares. Eso ya es bastante improbable. Por eso digo, perdimos 20 años. Estamos 20 años tarde, es el tiempo en que las tecnologías renovables maduraron y nosotros no nos subimos a ese tren. Ahora espero que empecemos a recuperar algo de ese tiempo.

¿Cómo compite la energía nuclear con otras tecnologías?

Lo más inteligente en nuclear es no agravar el problema. Sostener lo que hoy existe nos sale muy caro, por ejemplo, se finalizó Atucha II después de 30 años y es una de las plantas más caras del mundo. Hoy se le da continuidad a la construcción de un reactor como el Carem que no tiene mercado alguno y es el MW de potencia más caro que existe. Para mí lo que se debería corregir urgentemente es el gasto nuclear, que es parte de este sistema energético distorsionado. A las renovables se las hace competir salvajemente, se ajustan los costos petroleros, pero en nuclear no veo eso. Por ejemplo, hay que evitar el error del gobierno anterior de trasladar Dioxitek a Formosa. Le estamos pidiendo a todos los sectores productivos ajustar sus costos y ser más eficientes, y el Estado con la CNEA, sigue por un camino donde instala un eslabón de su producción sin ningún criterio lógico, multiplicando costos de traslados, sumando conflictos locales. Todo evitable.

Los extraordinarios resultados de las licitaciones en renovables del año 2016, sin duda el mejor año para las renovables que haya tenido Argentina.

Lamentablemente, todos estos malos proyectos que estaban lanzados cuando este gobierno asumió. Todos deben ser evaluados, con el equilibrio entre lo deseable y lo que permiten las actuales restricciones que lamentablemente no nos dejan demasiado margen de maniobra.

Otro tema que involucra la visita del Gobierno a China tiene que ver con la construcción de las centrales en Santa Cruz…

Obviamente que no me gusta, es parte del pasivo que ha quedado después de más de 20 años sin planificación energética. Ahora, para decir que no a las represas hay que disponer de alternativas, porque esa energía la demanda la sociedad. Con renovables se puede crecer al ritmo que hoy se plantea con el programa RenovAr y no mucho más, es difícil crecer en más de 1000 MW anuales, por lo menos hasta el 2020, luego habrá que acelerar, pero no alcanza a cubrirse la demanda sólo con renovables. El plan energético actual prevé llegar al 2025 con un 20% de renovales, que es  lo que se puede hacer. Ahora la demanda completa al 2025 se cubre con fósiles, con una planta nuclear y con  más de  2000 MW hidroeléctricos. (1)

Durante el año 2016 se estuvo revisando el compromiso argentino ante el Acuerdo de  Paris, la NDC. En ese proceso quedó claro que el escenario energético allí contemplado incluye nucleares y las hidroeléctricas. Por eso no hay sorpresas que ahora el Gobierno esté procurando financiamiento para tales obras.

En definitiva… ¿cómo entiende que debería integrarse la matriz energética en Argentina?

En primer lugar es importante señalar que el presente energético es francamente una calamidad. Dependemos de importaciones de gas y combustibles, reservas fósiles convencionales declinantes, un sistema eléctrico al borde del colapso, tanto por limitaciones en generación como por fuertes restricciones en la distribución en áreas críticas, como el AMBA. Al mismo tiempo, con nulo desarrollo del potencial renovable, hoy apenas superamos el 1% de la generación. Una montaña de subsidios que distorsionan todo el sistema, lo que ha generado que, por ejemplo, la eficiencia energética no se haya desarrollado en ningún rubro ni en las modalidades usuales de consumo. Todos los subsidios en la producción están colocados en fósiles hasta el colmo del absurdo de la reactivación de la cuenca carbonífera de Río Turbio. Sumemos también los proyectos nucleares carísimos. En distribución, gasoductos que se realizaron o iniciaron sin proyectarse qué gas transportarían o que fueron directamente abandonados. Sólo rescato que en el área de distribución eléctrica de alta tensión que se hicieron un par de obras de magnitud, con sobreprecios, pero están hechas. (2)

Es imposible hablar de cualquier proyección energía sin partir de este presente ruinoso. Esto debe estar claro para arrancar a discutir una matriz energética deseable, pensada desde la sostenibilidad.

En términos de sostenibilidad concreta y no de declamación, debemos llegar al 2050 con un matriz eléctrica 100% renovable, con el sector del transporte terrestre altamente electrificado. Con los hidrocarburos restringidos en la industria petroquímica, uso energético en la industria y en transporte de aeronavegación y marítimo. Esto implica un abandono de los combustibles fósiles en valores muy significativos, abandonar la energía nuclear y una fuerte integración energética con nuestros vecinos.

Composición del costo de cada escenario en el ejercicio Plataforma Escenarios Energéticos 2015 (FEP-Los Verdes)

Estos son los dos extremos, un presente muy adverso y un futuro cada vez más cercano en el que, por ejemplo, debemos producir el abandono de los fósiles, eso es algo inexorable si queremos tener alguna chance de permanecer debajo de los 2°C de suba de la temperatura global. Ese camino de descarbonización de la economía lo debemos realizar todos los países y sin más demoras

¿Es posible combinar el desarrollo de Vaca Muerta y de las energías renovables en Argentina?

En primer lugar, me parece correcto que el Gobierno esté procurando desactivar el enorme subsidio destinado a la producción de hidrocarburos, aunque eso tendrá un impacto muy severo en las provincias petroleras que estarán sometidas a los vaivenes del precio internacional del petróleo, pero es algo necesario de hacer.

En segundo lugar, me parece que tal vez un error del Gobierno es no haber hecho explícito la desastrosa situación energética de la que arrancamos y, acto seguido, someter a una revisión mucho más explícita de los escenarios futuros, porque evidentemente la revisión de la NDC, que ya mencioné, no bastó. Porque, ¿Cuáles son las ecuaciones a resolver? Por ejemplo, en el escenario energético que hicimos Los Verdes durante 2014 evitamos la explotación de Vaca Muerta por completo, pero hacia el año 2035 el país debe continuar importando LNG por barcos, gas de Bolivia y combustibles líquidos. No pudimos resolver esa ecuación de otro modo, a pesar de la altísima penetración de renovables que propusimos. Entonces hay que decir toda la verdad.

6 de junio de 1997. Central Costanera, en uno de los tanques de Fuel Oil, reclamando la aprobación de un régimen de promoción de la energía eólica.

Otro ejemplo, en ese escenario cerramos por completo la actividad nuclear al 2035, eso se pudo hacer, pero al costo de una magnitud de inversiones mucho mayor que cualquier otro escenario, dado que debíamos suplir  la capacidad nuclear restada. Fenómeno, pero nuestro escenario fue el más caro, a un nivel a mi juicio aceptable, porque el valor era similar al escenario tendencial, pero fue el más caro entre 8 escenarios distintos. Energía más cara significa tarifas más caras y un costo mayor para el sector productivo. Hay que decir todo.

Cuando propusimos los 3000 MW a finales de los 90, en ese momento había holgura energética, lo que permitía diseñar un plan en el cual se evitaba concluir Atucha II y la extensión de la vida de Embalse, luego venía el cierre de Atucha I. Bien, pasaron 20 años y ahora los 3000 MW que tendremos a finales de 2019 apenas nos alcanzan para achicar el déficit, este es un buen ejemplo de cómo la pérdida de tiempo juega en contra.

Entonces a mi juicio se puede evitar explotar Vaca Muerta si aceptamos resolver de algún modo estas ecuaciones. Lamentablemente, no veo a la dirigencia política queriendo hacerlo, más bien todo lo contrario, por más que algunos vociferen contra Chevron o la Shell. ¿Qué suponían que ocurriría en Vaca Muerta?, ¿que se presentaría Cáritas a explotarlo? No, vienen petroleras. Creo que desde la sociedad civil se debe exponer toda la realidad y proponer ese debate seriamente en la sociedad, porque entre otras cosas, significa enfrentar restricciones energéticas durante los próximos 15 o 20 años, eso es energía cara y un ajuste importante en la sociedad. De  otro modo, las decisiones corren por un lado y las preocupaciones ambientales y sociales caminan por un sendero paralelo de baja incidencia.

Dicho esto, creo que la ecuación económica de Vaca Muerta tiene severas restricciones, el temprano abandono de los fósiles limita una explotación prolongada de esos yacimientos. Reconozco que en estos años se produjo una baja en los costos en Neuquén y permite pensar en exportar ese gas. Pero el límite climático será severo, o lo pagamos porque las emisiones nos van a costar caras, algo inevitable si París funciona o lo pagaremos caro tratando de adaptarnos y asistiendo a desastres cada vez más severos. Yo prefiero pagar el costo de la mitigación de emisiones, lo digo por razones ambientales, económicas y humanitarias.

Télam 03/04/2017 Comodoro Rivadavia: Vista aereas de esta ciudad en la que se encuentra en “una situación de catástrofe total”, por las inundaciones que azotaron a la ciudad chubutense el pasado miércoles, que dejaron a 2.000 evacuados en más de treinta centros. Foto: Enviada Especial Florencia Downes cf

NOTAS

(1) ¿Es posible crecer más rápido con renovables? Hoy contamos con una contribución eléctrica renovable (en los términos de la ley 27.191) de un poco más del 1%. La potencia instalada ronda en 300 MW. Esta es la situación como punto de partida. El año pasado se cerraron contratos por 2.400 MW que se instalarán durante 2017-2018. Este año se realizará una nueva ronda de licitaciones que sumarán proyectos entre 1000 y 2000 MW que  serán proyectos a concretarse durante 2018-2019. Esta potencia permitirá alcanzar al 2020 con una participación de alrededor del 10% de la generación eléctrica.

Si sumamos 2.400  MW (ya licitados) y 2.000 MW (a licitarse) son unos 4.400 MW que se habrán instalados durante el período 2016- 2019, un poco más de 1.000 MW por año. Es esa potencia razonable a la que se puede crecer y sostener en el tiempo. ¿Qué impide ir más rápido? 1) Creación del mercado de cero, desde el diseño del esquema de licitaciones a los atributos esenciales de confiabilidad institucional; 2) Creación de una nueva industria asociada para la instalación y operación de estas plantas, nueva logística de importaciones, fabricaciones de partes nacionales, transportes, grúas, etc. 3) Ampliación y adecuación de redes eléctricas para enlazar estas plantas con el Sistema Interconectado Nacional. La infraestructura de redes hoy está diseñada, por ejemplo, en base a las centrales hidroeléctricas existentes (Comahue, Yaciretá, etc.) Ahora hay que desarrollar corredores eléctricos basados en el viento o el sol.

Todo lo anterior requiere tiempo, aprendizaje e inversiones. El plan es llegar con alrededor de 10.000 MW al 2025 que representará el 20% de energía en ese entonces. Es probable que durante la próxima década pueda acelerarse el paso, pero instalar 1.000 MW anuales es, si cabe la comparación, como construir una planta nuclear más grande que Atucha II  por año.

Entonces, podemos pensar  en alcanzar un 35% en el 2030 y así avanzar a valores más altos de penetración en las próximas décadas. Pero veo muy pocas chances de que se pueda saltar del actual 1% al 20% antes del 2025. Deberíamos haber  empezado hace 20 años, como lo planteo en la nota, y hoy ya estaríamos en el 20% o más!

(2) ACTUALIZACION 29/5/17

Un ejemplo actual de esta situación es la política de cortes en el suministro de gas a las industrias en época invernal. Para este invierno se estima en unos U$S 1.700 millones las importaciones de gas (Bolivia, Chile y GNL). Pero las importaciones no alcanzan y por ende, todos los últimos años  se producen cortes en el sector industrial. Esto ocurre desde hace muchos años. Esta situación es parte de la ecuación que hay que resolver: ¿se debe importar más, con la consiguiente exportación de divisas? ¿Se puede? ¿Se invierte más en infraestructura de importación/almacenamiento? ¿Se alienta la exploración/explotación de gas local? ¿Cuanto es posible que sea convencional y cuánto no convencional (Vaca Muerta)? ¿A que precios y con qué compañías? ¿Cuanto es posible ahorrar en gas natural con medidas de eficiencia a lo largo de los próximos años? ¿Con qué medidas se alienta la mayor eficiencia? ¿Que suministros energéticos alternativos y más limpios al gas natural disponemos? ¿Cómo y cuándo los podremos disponer?

Este es un ejemplo de las respuestas que hay que dar ante esta coyuntura. Si decimos, por ejemplo, “no al fracking”, se deben analizar los costos y beneficios, tanto ambientales como económicos para cada alternativa que habrá que ofrecer. De otro modo, toda respuesta, por contundente que parezca, estará ocultando interrogantes sin respuestas, ya sean de índole ambiental, industrial, laboral, fiscal o económico.

Puede leerse una  nota de hoy sobre este punto aquí.

 

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