Transición energética: ¿cómo se pasa de una visión a un plan?

A raíz de los anuncios sobre la construcción de las represas hidroeléctricas y de dos centrales nucleares he recibido todo tipo de consultas. Para responder a las mismas, publiqué hace unos días una nota titulada “Energía hoy: una compleja ecuación a resolver”. Allí trazo un cuadro sintético de lo que configura, a mi entender, la coyuntura energética en la que nos encontramos. Procurar discutir, evaluar, convalidar o disentir sobre estos u otros proyectos energéticos debe realizarse en base a un diagnóstico como el que allí describo o que contemple al menos algunas de las variables allí señaladas.

¿Qué es lo que considero deseable? Bien, en el año 2015 se publicó el resultado de una segunda  versión del ejercicio realizado por la Plataforma Escenarios Energéticos. Allí Los Verdes realizamos nuestro escenario deseable hacia el año 2035 en base a las restricciones y condiciones planteadas en el modelo adoptado y en base a la realidad energética del año 2013. Es un escenario y un ejercicio que aliento a leer y evaluar.

Quiero reproducir aquí la síntesis de la visión que inspiró el escenario de Los Verdes y que está publicada en el documento que sintetiza los resultados de ese ejercicio.

La transición energética es factible y necesaria, pero no basta con que algunos tengamos una determinada visión sobre la misma. La política y la sociedad son quienes pueden convertir esa visión en un plan verdadero. 

 

 

Escenarista: FEP-Los Verdes

1) Visión del Escenario, Hipótesis de suministro eléctrico

Nuestra visión es que hacia el 2050 la matriz energética debe tener emisiones nulas de gases de efecto invernadero. Para alcanzar este objetivo, la matriz de generación eléctrica debe acercarse a un 100% basada en fuentes renovables para el año 2035.

Para ello se incorporan, a lo largo del ejercicio, 27 GW de potencia eólica, distribuidos geográficamente y de diferentes factores de capacidad; 15.7 GW de potencia con combustibles biogénicos, entre biogás, biocombustibles y biomasa sólida; y 9.7 GW de potencia solar (tanto fotovoltaica como termoeléctrica). Se procuran minimizar tanto los impactos globales como locales. Entre los primeros, emisiones de gases de efecto invernadero; entre los segundos, los generados en el ciclo del combustible nuclear y por las grandes represas. No se incorporan proyectos hidroeléctricos, salvo los considerados mini-hidro. Se elimina gradualmente la generación nuclear (saliendo de servicio todas las centrales nucleares actualmente en funcionamiento) y el uso de carbón.

En cuanto a los cambios del uso del suelo, se da prioridad al criterio de garantizar soberanía alimentaria y equidad social en el uso de la tierra. Al final del ejercicio (2035), el suelo debiera mostrar mejores indicadores que al inicio (2010).

En el medio y largo plazo se procura garantizar seguridad de suministro y producción de alta integración nacional. Se da prioridad a la generación descentralizada. El escenario supone una fuerte ampliación del SIN y una integración regional del mismo, lo que facilita los intercambios energéticos de modo de aprovechar regionalmente los potenciales de energías renovables. En tal sentido, la exportación e importación de electricidad es parte constitutiva de nuestra visión en el mediano y largo plazo.

En general, las nuevas obras se encuentran conformadas por tecnologías de generación por fuentes renovables que consideramos los suficientemente maduras. Por otro lado se tiene en cuenta que algunas tecnologías carecen aún de una base empírica para planificar su uso masivo (geotérmica, marina) y que en la segunda década deberá darse prioridad a la diversificación de la paleta de renovables para facilitar su curva de aprendizaje local. Asimismo, se considera que en la década del 2025 al 2035 se incorporarán tecnologías que permitan incorporar una alta penetración de energías renovables intermitentes, como smart grids, sistemas de almacenamiento, sistemas vehicle-to-grid, etc.

Se plantea la minimización de líquidos fósiles y su sustitución por biogénicos, como el biogás. La rápida entrada del uso de biomasa descentralizada permite la sustitución de centrales térmicas ineficientes, además de representar potencia firme en respaldo de otras tecnologías como la eólica o la solar. Además se elevan los niveles de margen de reserva de forma considerables, manteniendo niveles de reserva por arriba del 20% a partir del 2015.

El despacho prioriza el uso y la incorporación de renovables; las energías renovables desplazan generación térmica que queda en desuso y que se retira de servicio, comenzando por aquellas centrales de más años y menor eficiencia térmica.

En cuanto a la generación por fuente de energías convencionales, solo se incorporan 750MW de turbinas de gas, para permitir abastecer la demanda y garantizar reserva durante los primeros años, antes de que puedan ingresar parques de energías renovables a gran escala.

2) Hipótesis de suministro de gas

El uso del gas disminuye a lo largo de todo el periodo, por ahorro tanto en el sector eléctrico como en el total. La importación se verá limitada a los ductos desde Bolivia y no se ampliará el uso del GNL por razones ambientales globales y locales y de seguridad de suministro. Por razones ambientales no se explotan yacimientos de gas no convencional. La producción de gas convencional declina durante los primeros años y luego se estabiliza alrededor de los 97 MMm3/d.

El uso de biogás en ductos se hará con extrema precaución para cumplir con requisitos sociales y ambientales, en particular los referidos a uso del suelo, ya que se espera un creciente componente de cultivo energético a lo largo de los gasoductos ya instalados. Al final del período se espera que el suelo se encuentre en mejores condiciones en cuanto a su balance de nutrientes y de carbono. Con estas condiciones se espera un uso creciente con tasas de crecimiento algo menores a las que se presentan en otros países, como Alemania.

El alto costo del biogás en este ejercicio permite cubrir en exceso todos los requisitos sociales, ambientales y de soberanía alimentaria.

3) Hipótesis de suministro de petróleo y derivados

La producción de petróleo convencional declina durante los primeros años y luego se estabiliza alrededor de los 498 k bbl/d. Por razones socio-ambientales no se explotan yacimientos de petróleo no convencional por lo que no se amplía la capacidad de las refinerías.

Los combustibles utilizados para usos no-eléctricos (como transporte, industrias, etc.) tienen cortes crecientes de biocombustibles, alcanzando el 15% de corte de biodiesel en el gas oil y 20% de corte de bioetanol y biooil en naftas y fueloil, respectivamente.

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