Una campaña prejuiciosa

En esta campaña electoral, Santa Fe ha mostrado un nivel de virulencia, malos tratos y excesos ofensivos que me han sorprendido. Los he visto de cerca, sales particularmente en Rosario, y no era ese el estilo de política que conocí en la ciudad.

Siento que ha permeado un estilo político muy en boga en los últimos años. Estilo que no ahorra violencia verbal ni descalificaciones. Notable fenómeno. Me lleva a suponer que el kirchnerismo será analizado como un fenómeno de época. Representará quizás, un período de retroceso democrático, de destrucción del valor de la palabra y dónde la mentira no tiene sanción moral alguna.

Tal retroceso lleva hoy a Rosario (y a Santa Fe) a comportarse, notablemente, como una de esas provincias gobernadas por caudillismos feudales.

Un provincianismo retrógrado que se exaspera por “los porteños” que vienen a meterse en sus cosas. Me hacen acordar cuando, estando en Greenpeace, recibíamos ese mismo tratamiento en provincias tales como Formosa, Santiago del Estero, Santa Cruz, San Juan o Salta. Cuando uno visitaba esas provincias y ponía sobre la mesa lo que el poder prefería ocultar, era automático, una constelación de medios satélites del poder emprendían su campaña de descalificaciones y la máquina de triturar se ponía en marcha. También, hay que decirlo, era una gran maquinita disciplinadora interna.

Ver ese mismo lenguaje y mecanismos en el debate político de mi provincia, me duele.

Hay que salir de todo eso lo antes posible. Necesitamos construir de otro modo.

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