Una ley, todavía no reglamentada, es un primer paso para que los hogares generen energía
Una vez que madura la instalación de parques y plantas construidos por grandes empresas, llega una segunda etapa en el desarrollo de las energías renovables: es lo que se conoce como la hora del “prosumidor”, es decir, aquel consumidor que genera energía verde en su casa para uso propio y vende el excedente a la red.
Uno de los diputados que trabajaron en esta ley, Juan Carlos Villalonga (Cambiemos), dice que lo más complicado de la reglamentación va a ser acordar con las distribuidoras eléctricas de las provincias, que temen perder clientes si se concreta la inyección de energía verde de particulares a la red. “Esto es algo imparable. Y se va a dar sobre todo en varias pymes del interior, que se pueden beneficiar mucho de generar su propia energía y volcar los excedentes a la red”, explica Villalonga.
La clave, según Herrera Vegas, está en encontrar el punto justo y hacer que sea suficiente incentivo para la gente poder repagar esta tecnología en poco tiempo. “Con las variables actuales, repagar este sistema lleva entre 8 y 12 años. Lo bueno es que tiene una vida útil de 30 años”, señala.
Ya hubo dos casos pioneros: uno es la instalación de 328 paneles sobre los techos de paradas de metrobús, donde Edesur puso un medidor, gracias a lo cual al gobierno de la ciudad le descuentan la energía que inyecta. “Otra prueba piloto se hizo hace un tiempo en San Fernando. Allí, Edenor puso también un medidor bidireccional”, cuenta Herrera Vegas.
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