Uno de los primeros actos administrativos del Poder Ejecutivo Nacional en este nuevo año fue declarar al 2017 “El año de las Energías Renovables“. Por supuesto que se trata, por sobre todo, de una declaración simbólica pero que uno debe esperar que marque una directriz relevante de la gestión del actual gobierno, o mejor dicho, del Estado Nacional.
Tengo la convicción de que una de las grandes contribuciones al desarrollo de nuestro país que puede (y debe) dejar como legado el gobierno de Mauricio Macri es lograr el despegue de la industria de las energías renovables. Esto significa el inicio de un desarrollo industrial nuevo para la economía del país y, por sobre todo, el inicio de un cambio radical de nuestra matriz energética. Es la configuración de un sector básico para sustentar una economía baja en emisiones de carbono.
Así como en la gestión en el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires quedó un legado simbólico importante con la incorporación en el transporte urbano del denominado “Metrobus”, en su gestión a nivel nacional, Mauricio Macri puede dejar un legado de mayor magnitud y análoga fuerza simbólica con las “renovables”.
El Metrobus significó una política valiente al cambiar prioridades en el uso del espacio público, apostando por el transporte público, buscando una solución pragmática a una realidad que existe en todas las ciudades de América Latina, la inmensa cantidad de viajes por bus que se realizan en el ámbito urbano y, al mismo tiempo, adecuar la infraestructura vial urbana para un transporte más eficiente, limpio y amigable para la mayoría.
Las “Renovables” pueden ser a escala nacional el logro análogo al “Metrobus” en Ciudad de Buenos Aires.
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