En Argentina se está discutiendo la ley de “generación distribuida”, que pretende dar un giro en torno a la producción y consumo de energía: los usuarios residenciales podrán autoabastecerse y vender el excedente.
La lucha contra el cambio climático ya no es sólo una cuestión que se decide en ámbitos internacionales, donde las discusiones parecen lejanas. Hoy en día hay iniciativas de muchas personas e instituciones que actúan a nivel local para evitar la degradación del medioambiente. En Argentina se comenzó a migrar la matriz energética, que implica la adopción de energías renovables y el abandono progresivo de los combustibles fósiles. Es un desarrollo incipiente que implica no sólo a grandes empresas sino que también puede involucrar a los propios usuarios.
En el Congreso nacional hay varios proyectos de ley para que los consumidores residenciales tengan un papel protagónico en este campo de las energías renovables, que empieza a desarrollarse. Se trata de iniciativas legislativas que buscan promover lo que se denomina “generación distribuida”, es decir producir energía en el domicilio para uso doméstico y la posibilidad de vender el excedente, transferirlo a la red. De esta manera se contempla un cambio en el comportamiento de los usuarios, que pueden convertirse en pequeños productores, autoabasteciendo su necesidad e incorporando al sistema aquello que produzcan de más.
“La ventaja que tienen las energías renovables en general, y solar en particular, es que son virtuosas para ser generadas cerca del consumo, de forma descentralizada”, explica Marcelo Álvarez, presidente de la Cámara Argentina de Energías Renovables (CADER), quien trabaja hace 32 años en el desarrollo de la energía solar. “Por eso no sólo están asociadas a un cambio de paradigma tecnológico sino también a un cambio de modelo de producción y de consumo”.
“Generar energía cerca del consumo implica también generar conciencia en el usuario, quien racionaliza su propia demanda” Marcelo Álvarez
De esta manera hace referencia a lo que se denomina prosumidor: el usuario es el productor de su propia energía y puede comercializar el excedente. “Generar energía cerca del consumo implica también generar conciencia en el usuario, quien racionaliza su propia demanda”, agrega, destacando otra dimensión importante del proceso que es el uso racional y eficiente de la energía.
Actualmente hay algunas experiencias particulares en distintas provincias del país. En Buenos Aires, específicamente, hay instalaciones en la Legislatura, en la Defensoría del Pueblo y en la Comisión Nacional de Energía Atómica, entre otros edificios públicos. Sin embargo aún no se generalizó, precisamente, por la falta de una reglamentación que lo autorice.
“Las transformaciones en los sistemas energéticos no suceden espontáneamente: son decisiones políticas y el Estado debe elegir qué quiere estimular”, define Álvarez.
El diputado nacional por la Ciudad de Buenos Aires, Juan Carlos Villalonga, es uno de los que está promoviendo este mecanismo, casi inexistente. Su proyecto de ley pretende, por una parte, promover la adquisición de equipos de energías limpias (por ejemplo paneles fotovoltaicos solares) por parte de los usuarios, y por otra, amortizar el costo durante los primeros años. El ex director de Greenpeace considera que la posibilidad de la generación domiciliaria es “otra pata, más allá de todo el trabajo que se está haciendo a gran escala”, en referencia a la licitación nacional.
Los cambios luego del Acuerdo de París
Nuestro país es uno de los 180 que se comprometieron a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, mediante la suscripción del Acuerdo de París. La propuesta de mitigación incluye acciones en distintas áreas, una de las cuales es el fomento de las energías renovables. Se trata de la planificación de un mercado prácticamente nuevo, ya que menos del 2% de la energía que se produce en nuestro país proviene de fuentes solares y eólicas.
Con el objetivo de elevar esa marca y alcanzar un 20% hacia el año 2025, se llamó a una primera licitación pública para desarrollar proyectos de energía solar, eólica, hidroeléctrica, biomasa y biogás. Teniendo en cuenta que se buscó cubrir 1000 Mw de potencia en esta primera etapa, la respuesta fue auspiciosa dado que se recibieron proyectos por más de 6000 Mw. En este momento están en estudio cada una de las propuestas y en octubre se conocerán finalmente los desarrollos ganadores.
“Estamos a la vera de una eventual transformación, pero muchas veces estuvimos en la puerta de transformaciones que fallaron” Marcelo Álvarez
Álvarez reconoce el giro que Argentina ha dado para comenzar a migrar la matriz energética luego del Acuerdo de París. Sin embargo es cauto porque conoce experiencias anteriores que finalmente fracasaron: “En este contexto estamos a la vera de una eventual transformación, pero muchas veces estuvimos en la puerta de transformaciones que fallaron. Es importante evitar errores del pasado para no caer en escenarios repetitivos”, advierte. Si bien parece ser el momento de las renovables, la historia no comenzó ahora: desde hace algunos años se sancionaron leyes que finalmente no generaron resultados concretos.
Pero entiende que en este momento se generalizó el consenso sobre la necesidad de promover las energías renovables, más allá de los beneficios ambientales: “Directamente es más barato que los recursos fósiles”, sentencia. ¿Cuál es la clave para promover inversiones? “Generar la certeza jurídica para sostener las normas durante el período de validez del contrato”. En un mercado donde la inversión es muy fuerte al inicio, “si hay que amortizar rápidamente porque no se sabe lo que sucederá luego de que cambie el gobierno, los inversionistas quieren recuperar el capital rápido y los precios se encarecen”, analiza.
En un contexto en el que la energía renovable es una gran apuesta pero aún es un mercado que recién comienza a conformarse, el espacio para proyectos pequeños e individuales es una deuda, según el directivo de CADER: “La principal objeción a la licitación que se desarrolló es que no deja espacio para las pymes. El gobierno necesita ingresar potencia rápidamente y la industria local no está en condiciones de proveer ni siquiera una parte significativa.”
Del lado del consumo: uso racional y eficiente
Como mencionó Álvarez, la figura del prosumidor ayuda a generar conciencia en el uso que se le da a la energía producida. Esta búsqueda de racionalidad y eficiencia en el consumo es otro de los puntos que Argentina incluyó en su compromiso de reducción de emisiones. En eso se especializa Carlos Tanides, profesor de Ingeniería de la UBA y responsable del área de eficiencia energética de la fundación Vida Silvestre, quien pone el énfasis del lado de la demanda: “Tenemos que focalizar en el uso final, para qué consumimos energía”, advierte.
“Lo que ha sucedido en las últimas décadas en Argentina fue que las políticas apuntaron a que crezca la oferta pero no estudiaron para qué la usamos”, explica. Parece que se ha dado un giro también en ese aspecto, según su opinión, ya que ahora “hay una sensibilidad con el tema”, en relación a la discusión sobre las tarifas de los servicios públicos.
“Antes directamente no podías hablar de ahorro y eficiencia porque se asociaba a la debilidad, con no tener espalda suficiente para proveer energía. Luego se fue cambiando, aunque aún ese concepto no entra”, dice Tanides. “Estamos hablando de un impacto económico y ambiental. Aunque sea por racionalidad económica, debemos hacerlo”, dice en relación a las medidas que se pueden adoptar en este sentido. “La eficiencia energética es la principal fuente de energía, todo lo que se está ahorrando en el mundo representa más de lo que se está produciendo”, concluye.
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