Estamos en una “guerra de nervios”. Es un combate que militantemente ha emprendido el kirchnerismo, en sus múltiples variantes, aún aquella que no se reconoce kirchnerista, pero que ha asimilado su modo de entender la política y del funcionamiento del Estado. Además del “escadalismo” cotidiano, hay un bombardeo de noticias sesgadas o flagrantemente falsas que procuran generar un malestar generalizado en la gente, instalar la incertidumbre y sensación de caos. Actuar de este modo se asemeja a la prácticas de Donald Trump cuando utiliza falsedades a las que califica de “hechos alternativos” y así justificar su lógica política.
Si algo podría decirse de este gobierno es que sus decisiones se basan en buena medida en la certidumbre y en minimizar el caos imperante en la economía argentina. Decisiones transparentes, cifras no falseadas y expectativas realistas y moderadas.
Nos hemos acostumbrado a la medición del IPC (inflación de precios al consumidor) en su valor mensual. De ese modo se exaltan los ánimos ante cada décima porcentual que varía mes a mes. No estoy negando la importancia de estos números, todo lo contrario, pero se debe saber que la serie mensual sigue un comportamiento volátil y estacional, por lo que el mejor indicador es el valor anual de la inflación. Pero, lamentablemente, se usa el IPC mensual como una herramienta para escandalizar hasta límites increíbles.
La inflación de enero fue del 1,3%, febrero 2,5%. Estos valores, si se mantuvieran nos conducirían a los perores pronósticos que nos hablan de una inflación del 25% anual durante 2017. Algunos hablan del 20%, otros del 24%. Ese es el orden de magnitud que manejan muchas consultoras. El gobierno tiene una previsión de inflación reflejada en el Presupuesto 2017 del 17%, apostando a una baja progresiva de los valores mensuales a lo largo del año, serie que de ninguna manera es regular, siempre será una curva con subas y bajas.
Tal como lo muestro y señalo en “Algo de Economía desde una perspectiva ‘verde'”, para el caso de mantenerse el actual índice de inflación mensual, nos conduciría a alrededor del 25%, tal como lo indican algunos. ¿Esto es malo? Claro, mejor sería que los números vayan a la baja y estemos cerca del 17% que procura el gobierno. Ahora bien, siendo malo que tengamos ese nivel de inflación, el humor que se pretende instalar es a mi juicio irracional, puesto que una inflación del 25% es una inflación del mismo orden de magnitud que la del 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2015 y muy inferior a la del 2014.
Durante esos años este “kirchnerismo” hoy exasperadado por la mala situación de la Argentina, nada decía durante la década pasada cuando la inflación estaba en esos valores. Es una guerra por captar la atención pública poniéndola al borde de un ataque de nervios. Por favor, lejos estoy de negar los problemas y el gobierno ha transparentado todas las estadísticas y las mismas muestran nuestra mala situación, ya no se esconde la inflación, como no se esconden los pobres. Parece que el “kirchnerismo” tiene ahora una repentina sensibilidad social, mientras ayer nomás, ejercían una frialdad e hipocresía absolutamente inmoral.
Sólo quiero complementar lo que ya he dicho en el anterior post, no estamos en una situación de descontrol y lo que ocurre con la inflación era lo que racionalmente se podía esperar. Por supuesto que todos debemos esperar una progresiva baja durante los próximos años, no hay otra salida. La otra salida, sería un ajuste feroz, socialmente doloroso. Pareciera que se proponen empujar una situación tal que el gobierno tome medidas de ese tipo.
La dirigencia política y social debe ser responsable, manejarse con datos ciertos y procurar un debate político y económico serio. Pero la mayor parte de la oposición actúa hoy de tal manera que colocan a los argentinos bajo un bombardeo de noticias “calamitosas”, a mi juicio, porque de ningún modo quieren permitir que las cosas mejoren o salgan bien. Algo fatal para el retro-progresismo y los fabricantes sistemáticos de pobres.
Cali
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