La avanzada de los medidores inteligentes
En los últimos meses, tanto el Proyecto de Redes Inteligentes con Energías Renovables (Prier) implementado en Armstrong (Santa Fe), como el del Ente Provincial de Energía de Neuquén (EPEN) y el de la distribuidora Edenor, en el partido de Vicente López, han avanzado en la instalación de medidores inteligentes para algunos de los usuarios de las redes de distribución. Esta tecnología permite controlar el consumo remotamente desde los centros de monitoreo, ya que los medidores brindan datos en tiempo real del consumo, lo que permite mejorar el servicio. Pero estos medidores son clave, además, para el desarrollo de la generación distribuida (GD), ya que también miden el flujo de energía que entra en la red en caso de que se inyecte por parte del usuario.
La ley de GD establece que el valor de la energía sobrante -posterior al autoconsumo- que inyecte el usuario-generador a la red de distribución, será el mismo que la que paga el prestador del servicio público en el Mercado Eléctrico Mayorista.
Cabe aclarar que el sistema tarifario argentino se construye en base a tres partes. Una es el costo de la energía y del transporte, el cual es un mero traslado al consumidor (o pass through) del Precio Estabilizado. Esta componente varía acorde a cuánta energía consume el usuario. La segunda parte son los impuestos; y la tercera es el Valor Agregado de Distribución (VAD), mediante el cual se contabilizan entre otros, los costos de operación y mantenimiento de las redes de distribución. El VAD varía en cada provincia y también según las potencias contratadas por los usuarios. Cabe señalar que parte del VAD se encuentra asociado al consumo de la energía con mayor prominencia en el sector residencial, con lo cual ante variaciones en el consumo de energía, varía también el VAD.
“El proyecto de ley busca aprovechar los beneficios que la GD tiene, además de como fuente de generación, como medida de eficiencia energética. Se busca incentivar que el usuario-generador vea más provecho en consumir la energía que genera, e inyectar únicamente el excedente, dado que el ahorro es respecto del valor de la energía que consumiría de la red, la cual incluye el VAD”, señaló el diputado Juan Carlos Villalonga, uno de los autores de la ley.
De esa forma, se capitaliza la GD en tanto generación -se genera energía limpia en el lugar de consumo, desplazando la generación más cara y contaminante de todo el sistema- y como medida de eficiencia energética, al reducir las pérdidas por distribución y transporte que rozan el 15 por ciento y al bajar la carga de la demanda de energía proveniente de la red.
A la hora de implementar la Ley de GD, el sistema de medición que se use tendrá implicancias sobre la valorización de la energía que se inyecte, y por ende en la promoción de la GD. Algunos sectores bregan por implementar un sistema de doble medición en el que se sume al medidor bidireccional otro dispositivo que mida el flujo hacia la red, instalado antes de que la energía entre en la edificación (casa/edificio). Esto implica la hipótesis de que todo lo que se genera se inyecta a la red (sin autoconsumo).
Durante la discusión de la norma en Diputados, Ricardo Airasca, presidente de la Comisión de Política Energética de la Federación Argentina de Cooperativas Eléctricas (FACE) señaló que “con un solo medidor se pierde parte de la información, ya que si no se registra cuánto es el autoconsumo, no se recauda una parte de ese VAD que está adosado a cada kilowatt que se vende. En el caso de las cooperativas, a la larga lo terminarán pagando los otros usuarios”.
Por otro lado, si se instala un único medidor bidireccional se hace entre la edificación y la red de distribución. Federico Gisbert director de QMAX, industria desarrolladora de inversores en Argentina, sostuvo que “entendemos que es muy importante un esquema de un solo medidor para que permita lo que se viene, que son los equipos con acumuladores, que sí tienen beneficios para las cooperativas y distribuidoras en cuanto a reducir la infraestructura. En este caso, aplicar el VAD al autoconsumo sería castigar al usuario por la energía que autogenera.”
En el fondo de la cuestión la promoción de la GD como medida que permita al usuario consumir la energía que genera, y en el futuro poder almacenarla para gestionar su demanda según los precios del mercado, y hasta poder ser resiliente a posibles cortes de servicio, depende de que el incentivo económico esté dado sobre la base de un modelo que premie el autoconsumo en lugar de la total inyección de lo genera. Asimismo, limitar el desarrollo de la GD por la falta de disociación que existe entre el VAD y la energía consumida no corresponde al ser un asunto que no puede ser resuelto por la GD sino que debería ser abordado por las Revisiones Tarifarias Integrales.
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