Publicado por Conexión Animal (20/4/22)
Por Santiago Campeni – Juan Carlos Villalonga, ecologista y ex diputado nacional, es uno de los 40 firmantes del documento “La agenda pendiente ante la crisis ambiental”, un texto que enumera diez puntos clave en los que Argentina se encuentra en deuda en esta materia y advierte sobre la falta de interés de la dirigencia acerca del tema. Transición energética, producción de alimentos, adaptación de las políticas ambientales al marco de crisis climática son algunos de los ítems sobre los que el colectivo de firmantes sienta una posición bien clara que pretende desenmarcarse de la discusión más radicalizada que, según el grupo, hace perder a nuestro país valiosas oportunidades para el desarrollo.
¿Cómo surgió la idea de hacer el documento?
Surgió a partir de la conversación entre varios de nosotros compartiendo la preocupación de que en nuestro país la discusión ambiental esté hoy disociada del concepto del desarrollo sostenible. Esto no es menor, porque lo que vemos hoy es, por un lado, una agenda ambiental meramente anti corporativa, anti productiva que te ubica en una posición de desentenderte de la dimensión económica de la sociedad. Por otro lado, ha crecido una corriente política de gran influencia, básicamente el fenómeno libertario, con planteos anti ambientales fundados en ideas conspirativas, un ideario conservador y anti ciencia. Toda la discusión ambiental hoy se ve impregnada en ese tipo de planteos.
Mientras esto ocurre, en el mundo se está dando una transformación sin precedentes en la que la agenda verde, la descarbonización y la transición energética son el vector que define el concepto de desarrollo de este siglo. Esto es central para entender incluso cuál es el mundo en que nuestro país debe insertarse. Esta transformación no es sencilla, porque no está exenta de tensiones y controversias, pero ese es el debate que el mundo está dando en términos de la sostenibilidad y de equidad.
Aquí es donde este debate ambiental desenfocado le hace perder al país oportunidades de desarrollo, de poder insertarse en las actividades que emergen en la nueva economía global, en estar atentos, por ejemplo, en cuáles son las tendencias de los consumidores a quienes les venderemos productos.
Creo que no sólo equivocamos en cómo discutimos, por ejemplo, la conservación de nuestros bosques o humedales, también estamos fallando en prepararnos para no perder mercados para nuestros alimentos o si el país quiere ser parte o no de la economía del hidrógeno. Hay oportunidades que Argentina pierde si reducimos la agenda verde a un conjunto de ideas prejuiciosas y muy limitadas.
¿Cuál de todas las deudas ambientales que se mencionan crees que es la más urgente?
Es bien difícil establecer un ranking de urgencias o importancia. De hecho, con el documento procuramos alertar o llamar la atención más bien desde el punto de vista conceptual antes que enumerar decenas de problemas. Hay ideas en materia de política ambiental que se han debilitado en nuestra dirigencia o, más bien, se han fortalecido algunas resistencias que representan pasos hacia atrás. En eso es donde hacemos foco.
Hay un punto que tratamos de destacar que es la idea de que las normativas ambientales, las leyes de protección o las regulaciones constituyen barreras al desarrollo. Es una idea vieja. Hoy una inversión, un proyecto de desarrollo, necesita reglas ambientales claras. Hoy tener adecuadas regulaciones ambientales es parte de la seguridad jurídica que los desarrolladores buscan. De lo contrario quedan expuestos a litigios, extorsiones o sospechas ante la opinión pública. Esto parecía estar claro en nuestro país, pero en los últimos años se ha debilitado.
¿Cuál crees que es en la que más encaminado está el país o podría encaminarse más fácilmente?
Argentina tiene enormes oportunidades para compatibilizar de un modo virtuoso la protección del ambiente y el desarrollo. Podemos ser protagonistas muy activos en el proceso de transición energética, pero estamos dejando pasar oportunidades una tras otra. En el rubro de producción de alimentos, que es nuestra base económica, tenemos allí que hacer mucho para producir alimentos cada vez de mejor calidad, y cuando hablamos de calidad eso incluye la sostenibilidad en la producción, la no destrucción de ecosistemas. Son rubros en donde el cuidado ambiental hace a la calidad de aquello que exportamos.
Lo decimos en el documento, la política debe comprender la magnitud del desafío que tenemos adelante nuestro. Podemos convertirlo en una enorme oportunidad para nuestro desarrollo, pero es necesario que la agenda de la sostenibilidad no sea un simple añadido de corrección política en los discursos; y por supuesto, como lo dije antes, tampoco puede ser un instrumento de acción anti empresarial como ocurre a menudo.
La superación de la tremenda crisis económica y social de la Argentina tendrá que darse de la mano de la agenda climática y de la sostenibilidad. Es imposible pensarlo de otro modo.
Juan Carlos Villalonga, fue Director de Campañas y Director Político de Greenpeace Argentina durante dieciséis años (1994-2011). Entre 2013 y 2015 fue presidente de la Agencia de Protección Ambiental de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (APrA). En 2015 se despidió del cargo. En diciembre de 2015 encabezó la delegación argentina en la Cumbre de Cambio Climático que se celebró en París e impulsó cambios en la propuesta presentada por Argentina para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Para adherir con tu firma al documento, podés ingresar a: https://www.agendapendiente.net/
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