Uno a uno, ed los escenarios empiezan a ser desarmados. Caminar, hoy, por Le Bourget ya no despierta la misma emoción que dos semanas atrás, cuando la COP21 recién estaba comenzando. Sobre todo, porque al cansancio acumulado de doce días de trabajo ininterrumpido se suma que el acuerdo climático -tan anticipado por la comunidad internacional- aún no ha sido concretado.
Esta tarde, el sonido de las ruedas de las valijas de quienes ya tienen que partir se confundía con el de los trabajadores que de-construyen, pieza por pieza, las distintas salas y exhibiciones que decenas de países y organizaciones trajeron consigo.
El plenario que culminó está madrugada recién retomará mañana a las 9hs (5am en la Argentina) cuando un nuevo texto sea presentado. En el ínterin, las horas transcurren entre consultas informales y reuniones bilaterales, acompañadas por diversas acciones de la sociedad civil que buscan traccionar la ambición del documento final.
La gran novedad del día -en términos de negociaciones- fue el anuncio de Brasil de que se une a la Coalición de Alta Ambición, decisión que puede ser considerada un game changer. En este sentido, Martin Kaiser, líder de Política Climática Internacional de Greenpeace, afirmó que “este movimiento de Brasil puede cambiar toda la dinámica en las horas finales de esta conferencia”.
Es menester resaltar que este grupo es el que lidera, tal como su nombre indica, en ambición, abogando por un límite de 1,5°C para el aumento promedio de la temperatura global antes de fin de siglo, una meta a largo plazo fuertemente centrada en la descarbonización, mecanismos de revisión cada cinco años de los planes climáticos nacionales y reglas claras de transparencia. “En la coalición faltaba una de las mayores economías emergentes. Con este movimiento, Brasil puede convertirse en un constructor de puentes para con los demás”, sostuvo también Kaiser.
Otro de los anuncios que causó ruido durante esta jornada fue el análisis que científicos hicieron en torno al borrador del acuerdo presentado anoche, que varios observadores habían calificado favorablemente. En el foco de sus comentarios estuvo la meta de 2°C, con miramiento de 1.5°C, que consta en el texto.
“Un calentamiento de 1.5°C sería seguro para los pequeños estados insulares y los países menos desarrollados, pero, tener una posibilidad real de alcanzar esta meta, implica llegar a emisiones globales cero para 2050”, detalló Hans Joachim Schellnhuber, director del Potsdam Institute for Climate Impact Research, al tiempo que Steffen Kallbekken, director del Centre for International Climate and Energy Policy, apuntó:”Para el momento en que los compromisos sean vigentes en 2020, probablemente habremos usado todo el presupuesto de carbono consistente con un calentamiento de 1.5°C. Si nos quedamos con los planes climáticos nacionales [tal como están ahora], tendremos un calentamiento de entre 2.7°C y 3.7°C. Necesitamos actualizarlos antes de 2030”.
Argentina toma la palabra
Por la tarde, el diputado Nacional Juan Carlos Villalonga -presente en la COP21 en representación del gobierno de Mauricio Macri- habló nuevamente con la prensa, pero, en esta ocasión, acompañado por la ministra Fabiana Loguzzo, jefa de la delegación argentina previo al 10 de diciembre.
“Anoche tuvimos una maratón climática como la de antenoche”, comenzó Loguzzo, confirmando que “los grandes temas transversales” que más están siendo discutidos son ambición, mitigación y financiación.
“En mayor o menor medida, sigue siendo una demanda de todos. El texto todavía no refleja del todo la diferencia que tiene que haber entre países desarrollados y países en desarrollo”, explicó Villalonga respecto a diferenciación.
Por su parte, y en cuanto a un tema relacionado, Loguzzo apuntó: ‘Nosotros apoyamos daños y pérdidas. Para nosotros es fundamental que el acuerdo no esté centrado solo en mitigación sino también en adaptación, de donde se desprende daños y pérdidas‘.
Fuente: Cronista
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