#COP28_UAE Apuntes 04: Algo sobre el financiamiento climático y el eterno melodrama argentino

En directa relación al apunte anterior, el Global Stocktake también evalúa lo que ha ocurrido durante los últimos años en materia de financiamiento. Esto quiere decir muchas cosas, pero centralmente se vincula con el compromiso adoptado en el año 2009 para que los países desarrollados destinen anualmente al financiamiento climático una cifra que debía ascender a USD 100 mil millones para el año 2020.

Este financiamiento debería fluir por diversos canales de modo tal de facilitar las inversiones en los países en desarrollo para fortalecer sus procesos de mitigación y adaptación. Este financiamiento traduce, en alguna medida, la aplicación del principio de “responsabilidades comunes pero diferenciadas”. En este caso, corre bajo la responsabilidad del mundo desarrollado la de contribuir en esa asistencia financiera.

Es recurrente el reclamo de los países en desarrollo para que ese compromiso se cumpla. Lo cual es justo, ese acceso al financiamiento es necesario y la meta no se ha cumplido. Pero también debemos colocar este tema en su justa medida. El no cumplimiento no significa que no hayan existido esos fondos. En su último informe de evaluación de este financiamiento realizado por la OCDE se puede ver la evolución de estos fondos en los últimos años.

En un comunicado de este mes, la OCDE adelantó que el objetivo ya se estaría cumpliendo desde 2022: “two years ago, ahead of COP26 in Glasgow, the OECD released forward-looking scenarios of climate finance for the period 2021-2025, which indicated the goal is likely to be reached as of 2023. The USD 89.6 billion total for 2021 is slightly higher than the upper end scenario that was estimated for this year. On the basis of preliminary and as yet unverified data available to the OECD to date, the goal looks likely to have already been met as of 2022”.

Es decir que la promesa de los USD 100 mil millones ha estado retrasada, pero eso no significa que haya sido inexistente o irrelevante. Señalo esto porque es frecuente la excusa de la falta de financiamiento para justificar la inacción local, algo que ocurre sistemáticamente en nuestro país. Muchas veces la falta de acceso a préstamos o donaciones obedece a la falta de proyectos o, directamente, a las malas condiciones políticas y económicas para desarrollar inversiones y la ejecución de los préstamos.

Todo hace suponer que este financiamiento climático global se sostendrá durante los próximos años y para 2025 deberá aumentarse el actual piso de USD 100 mil millones de financiamiento a un nivel superior. Así como deberá elevarse la ambición de mitigación a través de las NDC de los países, este fondo deberá tener también, un nuevo nivel de disponibilidad. En los próximos dos años se verá.

El capítulo financiamiento climático es particularmente sensible a los vaivenes políticos globales. En los últimos años su disponibilidad estuvo fuertemente en riesgo por situaciones como la pandemia del Covid, por el grave impacto de la guerra en Ucrania o el actual recrudecimiento del conflicto en Israel. Todas estas situaciones repercuten en las prioridades presupuestarias a escala global, tanto sea por la suba de precios de la energía, la inflación o mayores gastos en conflictos armados y asistencia humanitaria. También señalemos que puede resultar letal para el financiamiento climático un triunfo de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos en 2024.

En relación a la disponibilidad de fondos, Argentina ha sido muy activa en el reclamo por mayor financiamiento climático. Pero también ha intentado avanzar con propuesta controversiales tales como la condonación de parte de la deuda externa, realizar swaps o canjes de deuda por acción climática o en los mercados de emisiones, esto último, con mucho énfasis por parte del sector privado vinculado al agro. En verdad, todas esas propuestas son expresiones de deseos bastante complejas y ninguna representa la alternativa transparente y efectiva que sus proponentes declaman.

En líneas generales, en Argentina el reclamo por mayor financiamiento tiene una componente de hipocresía importante. Se ocultan detrás de esos reclamos la falta de voluntad de hacer o, directamente, tener domésticamente otras prioridades, por ejemplo, estar financiando una planta de carbón en Río Turbio.

Es difícil que resulte creíble el deambular por los foros internacionales llorando financiamiento cuando las entidades multilaterales, bancos y agencias conocen perfectamente el perfil poco confiable y carente de una clara estrategia de nuestro país. He escrito bastante sobre estos puntos, en esta nota de 2021 hablo específicamente sobre los canjes cuando se lo propuso, por ejemplo, en la COP26.


Agrego algo más: He escuchado muchos comentarios equivocados o mal intencionados en relación a unos dichos recientes de John Kerry, negociador climático de los Estado Unidos. Me refiero a supuestas declaraciones suyas en las que afirmaba enfáticamente que Estados Unidos no pondría un solo dólar en la mitigación de daños en países en desarrollo. Por supuesto, arreciaron las críticas feroces y la calificación de hipócrita y cínica a la política climática de EEUU. Pero no es verdad.

En realidad, los dichos de Kerry refieren a poner dinero en carácter de “compensación” o cualquier otra figura que indique o refiera a algo como una responsabilidad legal por daños climáticos. Lo cual es cierto, nada en la convención marco y en sus acuerdos refieren a situaciones de ese tipo.

Lo que existe es el reconocimiento de las responsabilidades diferencias y bajo ese criterio se fueron diseñando las obligaciones de las partes. Estado Unidos es aportante en los fondos de ayuda para la mitigación, adaptación y seguramente lo será en los fondos de pérdidas y daños. Lo que no existe es el concepto de “compensación” o, asociado al mismo, de “deudor climático”.

Por más que se insista en hablar de “deuda climática” eso no existe. Siempre se ha evitado entrar en ese terreno ya que conduciría a situaciones de reclamos económicos de consecuencias impredecibles y que, lejos de impartir “justicia climática”, sería un caos de litigios, cortes internacionales y disputas que no acabarían en nada, puesto que no habría modo de cuantificar ni de dirimir creíblemente tales responsabilidades. En este sentido fue la respuesta de Kerry a una agresiva requisitoria de un congresista republicano.

Para aquellos que tengan interés les dejo esta nota: “Kerry rechaza las “reparaciones climáticas” pero elogia el fondo para pérdidas y daños”; allí se puede leer un análisis serio sobre el tema e incluye el video con la secuencia completa del intercambio entre Kerry y los legisladores.

Hay mucho melodrama y lloriqueo por mayor financiamiento que está plagado de medias verdades y es un simple intento de evadir y ocultar responsabilidades propias. No siempre es así, pero en nuestro caso, somos profesionales.

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