Por: Juan Carlos Villalonga para Clarín
Durante este año y antes del mes de diciembre, prostate cuando se realice en París la 21º Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP21), los 195 países miembros de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático deberán presentar las INDC (Intended Nationally Determined Contribution), que representan la contribución de un país al esfuerzo global de reducción de emisiones de CO2 a través de diferentes actividades de mitigación.
Aunque el primer plazo límite para presentar los INDC era el primer trimestre de 2015, la mayoría de los 195 países aún no han hecho oficiales sus compromisos, entre ellos Argentina. Estados Unidos, China, la Unión Europea y Rusia, entre otros pocos estados figuran ya en el sitio oficial de Naciones Unidas con sus metas post 2020. Sólo un país latinoamericano, México, asumió su compromiso.
El proceso de los INDC es un tanto “sui generis”. Todos los países miembros están obligados a presentarlo y se basan en acciones definidas por parte del país mismo. Nada garantiza que la suma de metas individuales conduzca a los resultados necesarios. Por otro lado, los países pueden optar por el año de referencia para las reducciones. El Protocolo de Kioto imponía una disminución objetivo y en base a ello establecía recortes de emisiones en virtud de un año base, para todos los estados desarrollados y con responsabilidad histórica.
Las características que asume el proceso a través del cual se busca alcanzar el acuerdo post Kioto en París en diciembre ha cambiado de lógica. El proceso de los INDC va de abajo hacia arriba y si bien dificulta alcanzar una meta común, permite que esa lógica se replique al interior de cada Estado parte.
México y Chile han aprovechado esta instancia para consultar a la población, a través de encuestas en línea y otros métodos, sobre las medidas de mitigación y adaptación que deberían presentar mediante el proceso de las INDC, buscando un consenso a nivel nacional. Es que las decisiones que adopten los países involucran la vida de todos los seres humanos que habitan el planeta hoy y que lo habitarán mañana. En el caso de Chile la consulta tenía como objetivo recibir observaciones y propuestas de todos los actores sociales, con la finalidad de mejorar la propuesta y legitimar el compromiso por el involucramiento de la ciudadanía. México, a través de un portal on line, buscó el involucramiento de la sociedad.
En Argentina la situación es distinta ya que el diálogo y la consulta no son moneda corriente. Hace poco, organizaciones de la sociedad civil pidieron al gobierno mayor participación en la elaboración del INDC, que se concretó sólo en una reunión convocada por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación en la que no hubo avances significativos.
La participación ciudadana, del sector empresarial, de académicos y de las diferentes fuerzas políticas es imprescindible, debido a que el compromiso asumido deberá ser implementado a lo largo de varios períodos presidenciales dada su extensión temporal. Es inútil avanzar unilateralmente en una contribución de esta naturaleza, no solo por el abanico de situaciones a contemplar, sino también por la legitimidad que debe respaldarlo. Tenemos el derecho de reclamar para poder participar en la elaboración de una propuesta de mitigación ambiciosa. Lo que está en juego no es la política de un gobierno, sea del color que sea; se vaya, se quede o entre, sino la propia supervivencia de la propia especie.
Fuente:Clarín