Como ya comenté anteriormente uno de los resultados de Estocolmo fue la Declaración de la Conferencia, la que contenía los 26 Principios (publicados en Apuntes #3). Pero la Conferencia también tuvo como resultado un Plan de Acción consistente en 109 tareas que se recomendaban realizar, se llamó el Action Plan for the Human Environment. Luego venían una serie de resoluciones administrativas e institucionales. Todas ellas, recordemos, no pasaban de ser recomendaciones que luego debían ser ratificadas por la Asamblea General de Naciones Unidas. Toda esa documentación se encuentra disponible aquí.
Dentro del paquete con las últimas recomendaciones, la Conferencia le sugiere a la Asamblea General designar al 5 de junio como Día Mundial del Medio Ambiente para que cada año, en ese día, las Naciones Unidas y los Gobiernos de mundo realicen actividades reafirmando su compromiso con la protección ambiental. Tal recomendación fue aprobada por la Asamblea General el 15 de diciembre de 1972.
La primera celebración del Día Mundial del Medio Ambiente fue en 1973 y la de 1974 aparece ser la primera que adopta un lema común, en esa ocasión se adoptó “Only One Earth”, el mismo que el de la Conferencia de 1972. En este año, al cumplirse 50 años de Estocolmo el lema vuelve a ser el mismo. Este 5 de junio debería servirnos como recordatorio de los compromisos asumidos a lo largo de estas cinco décadas y lo mucho adeudado en relación a ellos.
Durante los primeros años, en los ’70 y los ’80, los 5 de junio eran casi fechas contraculturales, su contenido era un desafío a las ideas que tenían un monolítico predicamento en los planes de desarrollo económico de nuestros países. Las cosas fueron cambiando lentamente hasta que el 5 de junio se convirtió en un ritual común en la agenda de los gobiernos y el mundo corporativo. Eso sucedió en los ’90, tal vez el punto de inflexión haya sido la Cumbre de la Tierra en 1992.

Michael Allaby
El 5 de junio pasó a ser un día de celebración usual en todos nuestros países. Por un lado, por las buenas razones que la agenda del ambiente y el desarrollo ya no podía ser ignorada por ningún sector. La crisis ambiental ya no podía ser soslayada y era ya impensable que no fuera parte de la agenda política. Pero al mismo tiempo, poco a poco, se fue dando un proceso de decaimiento en la intensidad del sentido mismo del 5 de junio. La trivialización de lo ambiental comenzó a tener en el 5 de junio su día de gloria. Gobiernos, empresas y los propios organismos de la ONU fueron generando un desgaste progresivo en la potencia simbólica del 5 de junio.
¿Cómo se revierte esa frivolización del 5 de junio? Es común que hoy sea un día de flyers que van y vienen por las redes sociales, con actos gubernamentales simbólicos que invariablemente dejan sabor a nada; simples actos de compromiso de ocasión; mensajes plagados de apelaciones poco trascendentes. En fin. ¿qué hacemos para que el 5 de junio sirva para algo?
Cuando la crisis ambiental se torna cada día más compleja y los tiempos se nos acortan dramáticamente, no estamos para que los gobiernos nos enseñen a hacer bricolaje con tapitas de gaseosas. Por empezar tenemos que rechazar ese tipo de cosas. Ya estamos grandes, el 5 de junio cumplió 50 años.
Tal vez sea un día apropiado para que las autoridades encargadas del saneamiento del Riachuelo nos muestren los últimos datos con la evolución de la calidad de agua en la cuenca y anuncien elevar la ambición en los objetivos de reducción de contaminación…
Tal vez sea un día para que las autoridades nacionales nos digan que las metas de renovables se revisarán y nos presenten sus nuevos compromisos para el año 2030 y 2040 e ingresen ese día un proyecto de ley en el Congreso Nacional para lograrlo…
Es un día propicio para que alguna ciudad anuncie su plan de electromovilidad para 2030… Un día para que conozcamos que una provincia anuncia su plan de deforestación cero… Un día para que el gobierno nacional cierre definitivamente el proyecto Río Turbio…
Vamos a volver a dotar de sentido al 5 de junio cuando exijamos ese tipo de decisiones como verdaderos actos de compromiso, convertirlos en un día en el que se refuerza la política ambiental y los objetivos del desarrollo sostenible.
Hay que evitar que continúe siendo una anodina efeméride escolar.

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